Los viejos problemas parecieran haberse encariñado con Tucumán porque hace años que lo acompañan y no lo sueltan porque, al parecer, no hay demasiada voluntad para acabar con ellos. Pero lo interesante que a veces alguien puede sacar provecho de ellos para beneficiar a los damnificados. El hidroarsenicismo azota el sudeste provincial desde hace varios lustros. Alumnos de la escuela secundaria “Bernabé Aráoz” se interesaron por este asunto e idearon un sistema para depurar el agua contaminada por este metal.

En 2017, su proyecto obtuvo una mención especial de la Asociación Argentina de Física y el año pasado, ganó el primer premio Comunidad de Fundación del diario La Nación. Este año fue seleccionado por el Ministerio de Educación de la Nación como uno de los 10 mejores proyectos para el premio Maestro Ilustre. Se ubicaron en séptimo lugar y obtuvieron $100.000 para invertir en la iniciativa.

A través de talleres, los alumnos enseñan a construir los filtros, especialmente en las escuelas rurales del este, donde chicos y adultos tienen los dientes amarillos, problemas de piel y hasta cáncer, como consecuencia del consumo de agua contaminada. Ya han recorrido colegios de Mancopa, Leales, Los Herrera, Estación Aráoz, Ranchillos, García Fernández.

El hidroarsenicismo crónico regional epidémico (Hacre), descubierto hace varios lustros en el este tucumano, es un síndrome tóxico adquirido por ingesta prolongada de agua con concentraciones de arsénico superiores a 0,08 mg por litro de agua proveniente de pozos.

Ya en la década del 90, el mal causaba preocupación por las consecuencias que tenía en la salud. LA GACETA del 10 de septiembre de 1995 le dedicó una página a ese “asesino invisible”. Decíamos entonces que de acuerdo con el censo de 1991, alrededor de unas 120.000 personas de esa zona bebían agua con altas concentraciones de arsénico, que son las que se hallan en las napas superficiales, entre los 5 m y 30 m de profundidad. Se explicaba que el consumo ininterrumpido a lo largo de muchos años deposita altas concentraciones de arsénico en el organismo. Entre otras dolencias, el Hacre puede ocasionar queratodermias, caída de cabello, daño miocárdico, gangrena de las extremidades, alteraciones electromiocárdicas, sangrado por lesión del tracto gastrointestinal, neuropatía periférica, angiosarcoma hepático, cirrosis y carcinogénesis en la piel.

En 2001, un experto de la Universidad Tecnológica ideó un sistema de muy bajo costo para lograr la eliminación del arsénico, su trabajo fue premiado en un certamen latinoamericano. Y sin duda, dada la abundancia y la variedad de la investigación científica del país, deben haberse señalado también varios otros caminos para liberar a la población de esa agua venenosa. Hubo nuevos estudios en 2007 (estudiantes de Bioquímica del 5° año) y en 2008 (alumnos del instituto Pellegrini, asesorados por docentes de la Facultad de Medicina de la UNT) que reflotaron el tema.

En varias oportunidades, lo largo de 28 años, el Hacre y sus consecuencias negativas ha llamado afortunadamente la atención de estudiantes y docentes, sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con nuestra clase dirigente. ¿Si el hidroarsenicismo afectara las zonas residenciales, donde vive una buena parte de la dirigencia, seguiría existiendo? Los alumnos de la escuela Bernabé Aráoz están dando un ejemplo de estudio, compromiso y solidaridad para enfrentar un flagelo que deteriora la salud de muchos tucumanos, un mal que desde 1991, nuestros gobernantes han sido incapaces de erradicar.